Los trigos están sin madurar, en las lagunas croan las ranas, el ciervo se aleja esquivo por los arroyos, la centaurea, azulete y negro, florece entre las verdes tallos. Los tonos rojos del atardecer alargan la tarde y nos tiñen los labios de rojo, como sangre entre los dientes.
Me gustaría que mi vida fuese así lenta y sabrosa, como un atardecer de junio en los campos de castilla.
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