Excursiones : El Sabinar de Calatañazor
La dehesa de calatañazor permanece en mi memoria infantil desdibujada por el tiempo. Recuerdo una niña al borde del abismo, sobre un sendero blanco, árboles grises en los bordes , como soldados, detrás de los bueyes caminamos a su lento y pesado paso. El pozo verde es inmenso, donde se mece la hierba, fibras grandes y espesas como álamos al viento.
Se añade la imagen de una fuente de aguas claras, brotando entre losas, cangrejos corriendo de aquí para allá, disparándose hacia detrás.
En los años 60-70 se destrozaron todas las dehesas. Se convirtieró en zona de labor cada metro de tierra al hacer las concentraciones parcelarias. Las dehesas habían sido espacios naturales, mancomunados, llenos de agua, animales, juncos, flores, … etc. Se destrozaron los arroyos, los ríos y sus riberas. De paso se acabó con los huertos de los pueblos abandonados, al paso con las pocas zonas arboladas (ciruelos, castaños, etc). Había que aprovechar todo para los cereales, los árboles hacían sombra, no crecía el cereal y no servían para nada.
Esta dehesa, en parte se salvó, se convirtió en Espacio Natural y ahí están las sabinas milenarias, ese árbol de lento crecimiento, de retorcidas fibras que acoge en su seno a toda una familia de animales.
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