El invierno solo se aprecia por las mañanas, luego poco a poco, cuando se despierta el día, se va calentado. Parece una primavera incipiente. Aunque no ha llegado el invierno. Los rosales siguen florecidos. Las tardes se alargan porque el sol que se resiste ha desaparecer por el horizonte, sin aire, atmósfera limpia y transparente. Parece que todos vayamos a despertar de algo más que de el día a día. Me gustan esas tardes de enero, tienen un sentido especial, es como si abandonamos el desván de los trastos, como si nos quitáramos telarañas de la cabeza. Es un momento mágico y encantador.
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