(Fuente La voz de Marchena )
No tengo nada en contra del Equipo directivo. Esto que voy a decir a continuación no es producto de una situación puntual que deba resolverse con una modificación del Plan de Centro ni nada parecido. Sí quiero que conste en acta.
2ª: Esto que voy a hacer ahora se llama arenga: discurso militar para enardecer a las tropas antes de entrar a la batalla.
¡Ya estoy harta!
Ya está bien señores de seguir aguantando.
Yo no estoy aquí para aguantar, y utilizo las palabras textuales que un
padre me dijo por teléfono cuando lo llamé para que corrigiera la
actitud de su hija, que no me dejaba hacer mi trabajo.
A mí, que yo sepa, me pagan para enseñar, no por aguantar.
Harta de la sociedad, que encumbra a seres que presumen de su
ignorancia, que valora a un futbolista o a un ‘nini’ más que a una
persona con estudios, respetuosa y educada. De los programas de
televisión, que presentan como modélicos a aquellos que sin estudios y
sin sacrificio alguno se han colocado ganando un sueldazo por criticar,
acostarse con, comprar en…
Estoy harta
de aguantar la mala educación con la que llegan, cada vez en mayor
porcentaje, los niños al Instituto. La falta de consideración, no digo
ya de respeto, hacia mi persona cuando entro en las clases, que parece
como si entrara el viento por la ventana.
Harta
del proteccionismo de los padres, que quieren que sus hijos aprueben
sin esfuerzo y sin sufrir, sin traumas… De la falta de valoración del
esfuerzo que sí hacemos nosotros.
Harta
de la Administración, que cambia las leyes y la normativa que rige en
mi trabajo sin preguntarme qué opino y sin darme formación para hacer
bien mi nuevo trabajo. Que me coloca dos horas más en el horario lectivo
y me explota laboralmente, porque yo, en los últimos años, lo único que
hago es trabajar, trabajar como una posesa. Ya, hasta mis hijos me lo
dicen.
Ahora dicen que nos van a devolver esas horas,
¿sabéis donde nos la van a devolver? En el horario irregular que
dedicamos en casa, el que nadie ve. Yo tardo cinco horas en corregir 30
exámenes de 1º de Bachillerato, entonces ¿ya esa semana no doy ni una
hora más en casa, no? Ya no programo, no preparo mis exámenes, no me
actualizo para utilizar la Tablet (que me he comprado de mi bolsillo
para trabajar mejor), ni para saber utilizar la plataforma digital del
Centro, no relleno informes de faltas, no redacto actas…y un largo
etcétera de tareas invisibles.
El colmo es que
algunos de nosotros nos hemos planteado pedir reducción de jornada,
cobrando menos, para hacer bien nuestro trabajo. Pero, ¿adónde vamos a
llegar? ¿En qué trabajo se hace eso? ¿Dónde se ha visto renunciar a tu
salario para dormir con la conciencia tranquila? Esto no pasa en ningún
lado.
Y encima de todo hay que aguantar "¡Qué bien
viven los maestros!" Porque para la sociedad somos unos privilegiados
que "no damos un palo al agua".
Las 67 propuestas de
mejora de la Educación famosas no vienen sino a machacarnos todavía más.
¿Qué vamos a hacer cuando a un alumno no lo podamos expulsar unos días
por mal comportamiento? Además, tampoco está bien visto que lo pongamos a
barrer o hacer tareas para la comunidad… el padre no quiere que
humillemos a su hijo. Pues yo creo que debemos imbuirnos de la gracia
del Juez Calatayud. Autoridad somos igual que él. Ejerzamos nuestra
autoridad, es lo único que la ley nos reconoce, hagámosla efectiva.
Tenemos que hacernos oír, actuar como colectivo, no irnos quejando por
los rincones, a escondidas, que parece que nos da vergüenza. Así no se
nos oye fuera. Gritemos nuestro inconformismo, no podemos seguir así,
exijamos nuestros derechos como trabajadores, que parece que todo el
mundo tiene derechos menos nosotros.
Enseñamos a
nuestros alumnos para ser críticos, mentes libre pensadoras que puedan
elegir y discriminar lo que les conviene de lo que no, y nosotros somos
los primeros aborregados, no hacemos nada, seguimos agachando la testuz
para que el yugo nos caiga con más fuerza.
Yo así no
aguanto más, vosotros haced lo que queráis. Llevo 19 años en la
docencia, tengo 45, a lo mejor es mi crisis de la mediana edad... pero,
si algo me han dado los años es valor, no tengo miedo, y, como me
aprieten más el tornillo, saltaré como un resorte. Solo quiero avisar:
de aquí en adelante no pienso quedarme callada ‘por educación’.
Contestaré en el mismo tono y con la misma contundencia que se me trate.
A mí me gusta enseñar y transmitir. Me gusta el trato con los alumnos,
los quiero y animo. Me considero un motor social de cambio, una fuerza
generatriz. No soy un burro de carga dispuesto a aguantar hasta que
reviente.
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