Los patos, los coromoranes, garzas, ibis y demás aves de las orillas del ebro están sorpredidos de tanto va y viene. Les molestamos continuamente, no les dejamos tomar el sol, ni secarse, ni asearse las plumas, ni cazar, ni poner el nido en su sitio. Tenemos poco respeto por ese mundo desconocido de los animalillos silvestres. Las grullas cruzaban hacia el norte al medio día, en grandes bandadas, se acaba el invierno. Las margaritas han invadido la hierba de las praderas. La pandemía sigue bloqueando el país. Destrozando corazones. Pero la vida sigue, ha florecido el almendro. Están brotando los ciruelos. Hay muy pocos pájaros, faltan los jilgueros, los verdecillos ... falta alegría.
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