¡Que solos nos van dejando los muertos!
Yo hubiese querido llamarme como ella, Silvia,
desde pequeña supe que la maledicencia de
los sitios pequeños me lo impidió,
supongo que también quería ser como ella.
Ella sembró mi infancia de alegrías, de cariño incondicional,
ella que tenía a tantos para querer también me quiso.
Y hasta el final de sus días mantuvo
mi nombre entre sus labios.
.. (estos versos de Miguel Hernández son para
mi consuelo) :
"Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero"
Ahí están todos, la espera se les hizo larga.
Las lilas, las rosas y el menbrillo
florecerán otra primavera más.
domingo, 4 de abril de 2010
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