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domingo, 6 de noviembre de 2011

LECTURAS : A. MUNRO, LAS LUNAS DE JÚPITER

Acabo de descubrir los cuentos de Alice. Munro, hablan del pasado que parece la prehistoria, pero es el ayer de mis antepasados.Tan lejos, tan cerca. Se llaman "Las lunas de Júpiter", cada relato me parece un pequeño tesoro escondido en la niebla del tiempo.
Al leer esos cuentos me he dado cuenta, a las siete de la mañana camino de un Hospital que me pesa más el pasado que el futuro. Este hospital esta cercano a la zona urbana de mi ciudad pero parece la cima de una montaña. Esta lejos, el frío me corta la cara, el piar de los pájaros rompe el silencio de la mañana, el sol en el ocaso inicia el despertar. Veo un un camino de tierra, a la izquierda del hospital, siempre que paso desearía marchar por esa vereda inundada de luz, camino sin salida, sin fondo, no importa no saber donde ni cuando, sólo el camino en sí mismo.
Me doy cuenta de que me pesa más el pasado, cuando este me asalta sin piedad. Toma forma con el recuerdo de mis visitas a un amigo enfermo de TBC, enfermedad innombrable en la época, tardes soleadas, todo el tiempo del mundo por delante. Muchacho rubio de rizos ensortijados, grande y melenudo, que se ocupaba de los chabolistas de la ciudad, en el barrio de la Paz, una ciudad dentro de la ciudad, el canal como muralla. El otro mundo.
Ni siquiera podías comentar que visitabas el hospital. Los grandes balcones, soleados y amplios acogían a los enfermos, sentados tranquilamente, charlas tenues, bromas y comentarios diversos. Nadie me parecía estar enfermo. Creía, en mi inocencia, que sólo estaban encerrados, sin poder salir. Parecía su único castigo, su único malestar.
Un día se quebró la magia, una chica un poco mayor que yo contestó mal, yo no entendía nada. Mi amigo, en un apartado me explicó, que le quedaban pocos días de vida, que sería operada, pero que no tenía posibilidades de vivir mucho tiempo. Así sin más, sus días acabarían ahí, en esa edad mágica en la que todo es posible. De pronto nada tenía sentido. Hace falta mucho tiempo, muchas horas de vida para comprender su dolor, aunque hay hechos y cosas que jamás podremos comprender, ni siquiera imaginar.
Y me pregunto que queda en mí de aquella adolescente y la verdad, es triste pensar, decidir que queda poco, pero, al mismo tiempo me doy cuenta que jamás pensé que la vida nos daría tantas cosas, magníficas la mayoría, la vida ha superado mis deseos sin lugar a dudas.
En estos tiempos de miserias anunciadas, consultar a los adultos, preguntar como vivían, quizás todo os parezca prehistoria. Hay que luchar y tener esperanza. ¡Que nadie nos quite la magia del vivir!

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