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miércoles, 12 de marzo de 2008

PRIMAVERA : el paisaje se conquista con las suelas del zapato

Se acaba el invierno, las últimas flores: las camelias, que anuncian el nuevo año, la nueva primavera, estamos en 2008, pero ya han pasado casi tres meses. Como se escurre el tiempo entre las manos.
Me gustaría tener siete años y contar los días como entonces, se hacían interminables, aunque me conformaría con las tardes de los domingos en la adolescencia, que no acababan nunca (aunque estuviese muerta de aburrimiento), volviendo a releer el último libro de la biblioteca.
Pasaran tres o cuatro meses, hasta julio, meses en los que las flores van apareciendo poco a poco, hasta el pleno verano. Es una de las cosas que más me gusta, ver flores. Pasear por el campo, buscarlas en cada sitio, según la época o el mes. En estos días, las hepáticas azules y blancas hacen su aparición en los bosques cerrados, en las umbrías, pronto llegarán las prímulas en los humedales de los prados verdes. No hay cosas que me den más placer que esos recuerdos, que no se olvidan nunca, es algo maravilloso: las sensaciones, los olores, los colores, las formas. El olor de las lilas en mi jardín, me recuerdan a mi madre, las lilas de mi infancia que ella tanto cuidaba, en su jardín que alguien destrozó hace poco ,estaban abandonadas desde hace cuarenta años, sin que nadie las regara y estuvieron floreciendo cada primavera. Por eso yo tengo lilas en mi jardín, para recordarla. Y como el olmo de Machado que visitamos hace poco, en mi aborrecida Soria. Yo, en mi corazón también espero que renazca la primavera, para poder seguir, para continuar ..... Machado :
Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido,con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera,habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana,lanza de carro o yugo de carreta;antes que rojo en el hogar, mañana,ardas en alguna mísera caseta,al borde de un camino;antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas;antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida,otro milagro de la primavera.