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miércoles, 16 de agosto de 2017

Valle Aneou

Valle de Aneou, atardecer, la niebla se cuela por el collado. Los escaladores aprovechan las últimas luces de la tarde para acabar de enfilar la pared de piedra. Pronto no quedará nada de luz sobre la verde hierba.

Se escucha en el aire el tintineo de las esquirlas. Las ovejas regresan para pasar la noche amontanadas unas con otras, protegidas por los mastines, elevan un tono cansino. El ruido se escucha por todo el valle, como si fuese una canción. Es el regreso a casa de los anocheceres en los pueblos de la Castilla profunda. Ahora no queda nadie, ni siquiera un miserable perro que ladre. Solo quedan los ríos resecos y el polvo de los caminos. Y desde luego no hay ni ovejas ni pastos.

Ese ruido de los cencerrros esta en mi memoria, al fondo de los tiempos, me reconforta, me arrulla como si fuese una nana.

Pero siento siempre un poco de tristeza. Vuelvo a la infancia: la llegada de la noche, el miedo a lo desconocido se colaba entre las sobras de las casas, la luna alargada las sombras y todo era un poco más triste y más frío en esa hora bruja.

Valle de Aneou, siete de la mañana, el cielo esta limpio, unas rayadas de nubes en lo alto del cielo.
Será un buen día. Apenas queda hierba: díez días más de ordeño.

El sol va iluminando poco a poco el valle y de nuevo las esquirlas animan el silencio, ahora son las vacas con sus enormes cencerros los que dan el tono al nuevo día. Comen con el fresco de la mañana.
La hierba esta húmeda y esponjosa. Las ovejas se amontan a la espera del ordeño. El perro fiel y cumplidor de su misión las azuza contra las vallas del cercado. Los perros dormitan, sin quitar el ojo de su preciado rebaño. Finalmente los pastores reparten las ovejas por las laderas, hacia lo alto. Los buitres, el alimoche y los cernícalos repasan el terreno sobre nuestras cabezas.

Ahora el ruido es de alegria, es un nuevo día. A pesar de las sequías, de que cada día quedan menos ovejas, la vida continúa como hace cien años. Ahora el ruido de los coches y de los gritos de los turistas marcan la diferencia. Este año ha sido seco, muy seco, como el pasado.

Espero poder escuchar mucho tiempo el cencerreo del ganado.






1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué gusto leer lo que escribes.
Como siempre.
Un abrazo,
MEU