Rosa María Artal, el eldiario.es :
Quizás lo más sutil como ideología se da cuando El señorito Iván coacciona a Paco, el Bajo
a seguir rastreando las aves abatidas en la cacería con la pierna rota.
Cuando le insiste incluso a proseguir la tarea a pesar de que –como le
explica el criado en un grito sordo de dolor y pidiendo disculpas desde
el suelo– "se me ha tronzado el hueso otra vez". Los Santos Inocentes,
Miguel Delibes (1981), una de las obras cumbres de la literatura
española, nos sigue explicando a la derecha más cerril y egoísta. Esa
que, fortalecida, se enseñorea ya no solo del suelo patrio, sino de
puntos clave de la sociedad mundial.
La milana bonita
muerta por capricho, el servilismo, el arrastrarse literalmente como un
perro para complacer al amo, el sometimiento de la hija con
aspiraciones, la pobreza infinita, la lógica agraviada del retrasado
mental, son impactos que mitigan la raíz del problema: ni la salud ni la
vida importan a los deseos de El Señorito Iván. Son piezas sustituibles
de su mundo.
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El señorito Iván está en la soberbia de Federico Trillo,
y en el desdén que demuestran muchos de sus correligionarios hacia las
víctimas del Yak-42. "No lo van a mandar a Perejil", dice el
vicesecretario Fernando Martínez-Maillo. "Tal vez se está extralimitando
la responsabilidad", añade el ministro del Interior, Juan Ignacio
Zoido. "Ni pedir perdón, ni culpa" , sentencia el ministro de Justicia (de Justicia), Rafael Catalá. En el PP no son partidarios de privar al abogado de la organización del puesto en el Consejo de Estado que quiere. Aún hoy, 14 años después y con los informes claros sobre la mesa, se manifiestan en esa vergonzosa superioridad.
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